Contratar un seguro, no comprar un seguro

  • Publicado el 13 junio 2016

No hace falta buscar mucho para comprar un seguro. Si vamos al supermercado a realizar la compra carrito comprasemanal, podemos salir en nuestro carro con un par de seguros comprados entre la sección de carnicería y la de congelados (pack “aprovecha el viaje”).

En otras ocasiones al realizar nuestras gestiones financieras, préstamos, créditos, anticipos y descuentos comerciales, también es habitual que nos encontremos, como sin darnos cuenta, con varios seguros en nuestra carpeta de contabilidad firmados cual trueque, eso si, con la tranquilidad de haber renovado nuestra línea de crédito, y haber olvidado la seguridad que nos proporciona un seguro bien contratado (pack “si o si”).

No es menos común acercarnos a revisar nuestro Impuesto de Sociedades, I.A.E, IVA,  y recibir propuestas de fiscal, laboral contable, jurídico, herencias, gestiones de trafico, administración de fincas…y, como no, seguros (pack “tutti fruti”).

Ya no hablamos de las llamadas telefónicas, visitas y publicidad recibida diariamente de las propias compañías Aseguradoras a través de distintos canales, (personales, publicitarios, etc. (pack “vale, este tiene buen precio”).

Sin embargo no debemos olvidar que un seguro es un contrato, con una famosa e histórica “letra pequeña” que debemos leer, pero más importante, que nos tienen que señalar y hacérnosla entender. ¿Alguien firma un contrato sin leer todos sus apartados?. El de seguro si.

Debemos contratar un seguro, no comprarlo. Y para ellos debemos de ser conscientes de quién son los vendedores y quién profesionaliza la contratación para poder dar soluciones alternativas a las demandas de todo tipo de empresas basadas  en una labor imparcial y objetiva, un conocimiento actualizado de cada  sector, de la legislación que afecta a los seguros privados, y de la relación continua con las entidades aseguradoras, de forma que cuando se realice la contratación de una póliza se elimine la posición de desventaja en la que se encuentra el “consumidor de seguros” con respecto a las aseguradoras.

Así mismo, esta profesionalización debe llevar implícito un análisis y evaluación de riesgos, asesoramiento al cliente sobre la existencia de esos riesgos, gestión de contratación y mantenimiento de los contratos, notificación sobre variaciones necesarias en las pólizas por exigencias legislativas o propias de la actividad., y el control y gestión de siniestros.

 


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